La abundancia de bosques de pino de rodeno o resinero en la sierra de Albarracín haría de la industria resinera una de las más importantes de la zona.
Esta circunstancia atraería a un gran número de pobladores venidos de diferentes partes de la península en las que la tradición resinera era mayor para desempeñar esta labor.
Este material natural tenía en la época un gran número de aplicaciones.
Era empleado entre otras cuestiones para la producción de la pez que servía para la impermeabilización de la parte interior de las botas de vino y para el empegado de las marcas de los ganados ovinos.
En el cambio del siglo XIX al siglo XX, con la intención de alojar a los nuevos residentes dedicados a este oficio, se construyó en el interior de la sierra la conocida como casilla de Resineros, un conjunto formado por varias edificaciones alargadas y de planta rectangular, dividida cada una de ellas en una serie de pequeñas viviendas.
En la actualidad, la casilla de Resineros se encuentra abandonada, siendo el vestigio de una práctica que resultó esencial para la economía de la Sierra de Albarracín.