La nevera situada junto a la iglesia de Santa María es el mejor ejemplo de los tradicionales neveros conservados en el entorno de Albarracín.
La palabra “nevera” proviene precisamente de su función, ya que su interior se compactaba la nieve para su transformación en hielo, que era posteriormente distribuido para el uso doméstico.
Estas edificaciones, eran generalmente de uso comunal y construidas por el concejo aprovechando las umbrías, sirviendo además para almacenar y conservar carnes y otros alimentos perecederos.
Desde el siglo XV las neveras que tradicionalmente se emplazaban en cavidades y depresiones del terreno comenzaron a desarrollarse de forma artificial.
Al igual que la de Albarracín, estas estructuras eran normalmente de planta redonda u ovalada y estaban compuestas por un pozo excavado de entre tres y doce metros de profundidad, que contaba con suelo permeable para facilitar la filtración.
Sobre el pozo se colocaba siempre una cubierta que podía ser plana o de tipo cupular construida en piedra.
En el cambio del siglo XIX al siglo XX las neveras entraron en desuso debido a la industrialización de la fabricación del hielo y la posterior popularización del frigorífico.