Situado en el Paseo Fluvial que bordea la ciudad de Albarracín, encontramos el conocido como molino del Rey, el molino más antiguo de los conservados en el entorno de la ciudad, compuesto por varios cuerpos arquitectónicos de sillería.
La total libertad a la hora de construir este tipo de estructuras fue una de las ventajas ofrecidas por los fueros de Albarracín a los ciudadanos en época medieval, persiguiendo el objetivo de atraer nuevos pobladores venidos de otras regiones.
Históricamente, la mayor parte de estos molinos estuvo destinada a la producción de harina, aunque también en ocasiones a la fabricación textil, aprovechando siempre la fuerza del agua del río Guadalaviar, de sus acequias y canales.
Tras la implantación de los primeros sistemas eléctricos en el territorio, este edificio fue transformado en una central hidroeléctrica que proveía de este tipo de energía a la ciudad y su entorno.
Posteriormente, tras un largo periodo de abandono, la edificación fue reconvertida en la primera piscifactoría ecológica de España, actualmente sin uso.